Si estás buscando una panacea lo mejor es que dejes de leer ahora mismo. Buscar soluciones milagrosas a los problemas del alma es un contrasentido. Tu esencia busca experimentar precisamente lo que estás sintiendo ahora. Ese es el juego, darte cuenta. Quizá cuando lo hagas entres en el río de la vida, cada vez más consciente, cada vez más fácil. Pero hasta entonces toca, primero, limpiar la mugre familiar, educacional, cultural y traumática, y segundo, ponerse a la tarea. Participar en un retiro puede ayudar.

¿Por qué? Pues porque tu inercia y la del mundo que te rodea es bestial. ¿Cómo vas a pararlo si no paras? Te levantas, preparas el desayuno, miras el móvil, tu jefe no ha leído el correo que enviaste, tus hijos se pelean, sales pitando de casa masticando una tostada quemada, llegas a la oficina, solo mirar la agenda te produce un vértigo atroz, el médico ya te dijo que necesitabas descansar, un pensamiento fugaz pasa por tu cabeza, «¿qué estoy haciendo con mi vida?».
Entonces quizás te apuntes a un retiro, pero antes hay que saber unas cuantas cosas. Para empezar, un retiro es una etapa más dentro de un proceso interno de evolución. No puedes apostar todas tus cartas a un solo fin de semana. Eso es absurdo. Pero aquí, la ventaja es que dispondrás de un paréntesis de tiempo más grande para aprender o darte cuenta de aquello que necesitas cambiar, o de refinar aprendizajes anteriores. Y si lo tomas así, sin demasiadas expectativas, como un escalón que sumar a tu desarrollo personal, entonces le sacarás mucho jugo.

Por supuesto, no todo es paz y armonía. A veces uno se olvida de que esa paz o esa armonía dependen mucho de cómo estés por dentro. Y puede que haya dinámicas en un encuentro de estas características que te resulten incómodas, que aticen como un palo las aguas revueltas de tu cuerpo. Y elementos tan inocuos como el Silencio te provoquen conatos de rebeldía, malestar o incluso rabia. Tenerlo en cuenta te puede ahorrar muchas decepciones.
Otra cuestión es saber que a un retiro no se acude para replicar lo mismo que haces en tu vida diaria. De hecho, se trata de que te salgas lo más posible de los patrones repetitivos para favorecer las tomas de conciencia. A un retiro no se acude a tumbarse a la bartola agitando cócteles con una pajita frente a la playa (si acaso eso lo haces al final). Los placeres y dramas habituales son precisamente los que te impiden darte cuenta de muchas cosas. Hay retiros más espartanos que otros. Nosotros tratamos de situarnos en un punto medio.

En un retiro te vas a encontrar con gente, claro, pero no deja de ser un proceso muy personal, es algo tuyo. Vas porque sientes que lo necesitas, así que lo mejor es acudir sin tu pareja o alguien que pueda condicionar tu participación. Necesitas sentirte libre para decir, gritar, llorar, decir gilipolleces, patalear o lanzarte a la piscina. Para ello se trata de crear espacios seguros, en el sentido de que nadie va a juzgarte. Cada uno ya tiene bastante con gestionar su batalla particular.
En estas convivencias intensivas se crean familias. En poco tiempo es posible que conectes más con un compi de retiro que con algunas personas de tu círculo habitual. Cuando te quitas el corsé de tu identidad abres espacio para mostrar tu interior y eso siempre te acerca a los demás. De repente, en un momento dado comienzas a estar más en lo que te une que en lo que te diferencia. Te da igual a qué se dedique la gente porque ahí, en ese rato compartido, solo sois seres humanos que buscan, almas afines.

Si todavía estás pensando en apuntarte a un retiro infórmate y, sobre todo, reflexiona para ver qué estás buscando y si lo que ves puede aportar algo en esa dirección. Quizá visualizarte en el lugar te dé otras pistas. ¿Estás listo para 10 días de silencio y meditación Vipassana o prefieres empezar por un fin de semana de mindfulness y yoga con una disciplina más suave? Mírate ahí, hora tras hora. Es preferible arrancar con un plato liviano que darse un atracón y quedarse con el regusto de una indigestión. La experiencia siempre merece la pena si das con las personas adecuadas y en el instante adecuado.
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