Mucha gente se esfuerza por ser una buena persona. En el ámbito psicoespiritual esto es moneda común. Lo curioso es que de puertas hacia fuera somos todo amor, pero de puertas hacia dentro las broncas dan miedito. Es como los vecinos del tercero. Parecen una familia ideal, armónica, pero entre ellos, cuando nadie les ve, se tiran los trastos a la cabeza. Así somos la mayoría de nosotros y solo nos damos cuenta cuando empezamos a mirar hacia dentro. Es el primer paso para cambiar una dinámica tóxica.
Yo he pasado años insultándome en silencio. Es algo que solo ocurría en mi mente, nadie me escuchaba. Mi automaltrato ha superado con creces a cualquiera que haya recibido desde fuera. Ni mi peor enemigo me ha hablado tal mal como yo a mí mismo. Meter la pata en una conversación, cometer un error en el trabajo, soltar una broma a destiempo, excederte con la cerveza, con la comida, no atreverte a decir lo que piensas, postergar tus sueños, pelearte con tu cuerpo… Cualquier detalle me abocaba a un sinfín de reproches internos, a sentirme pequeño, inadecuado, erróneo, estúpido.
Según Paul Gilbert, psicólogo inglés fundador de la Compassionate Mind Fundation y de la Terapia Centrada en la Compasión, la autocrítica es un mecanismo basado en la supervivencia. Tu mente trata de protegerte, de que te adaptes al entorno, a la tribu, de que no te rechacen y que no hagas el ridículo, de que estés alerta para no fracasar, por eso tenemos un juez que nos machaca para que no nos salgamos del patrón establecido como ‘normal’. Lo que ocurre es que esa crítica feroz en lugar de animarnos para mejorar nos bloquea.
Desde pequeños nos han educado para ser buenos con los demás, y mostrar educación y respeto. Pero ¿qué pasa con el respeto hacia ti? Parece que nadie se escandaliza cuando te castigas a ti mismo porque se ve como algo positivo. Ser muy autoexigente en esta sociedad de la productividad infinita está bien visto. Pero lo curioso en muchos casos es que cuanto más te fustigas con tus pensamientos, menos confianza consigues y peor te sientes. Y esto en el gremio espiritual pasa mucho.
Doctor Jekyll y Mr Hyde vs Corazón
La famosa novela de R. L. Stevenson, El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, refleja dos identidades dentro de un mismo cuerpo: una humana y otra tenebrosa. Y eso parece ocurrir en mucha gente que se dedica a los demás. Ponen todo su corazón en recaudar fondos, medicinas, consuelo, esfuerzo y cariño para quienes más lo necesitan, pero para ellos el pozo siempre está seco. Y en ocasiones no solo está seco, sino lleno de aguas estancadas, de emociones densas e imposiciones que solo manejan en su interior. Conectar con el Corazón puede mostrarnos la salida del laberinto.
Cuando en Calma, Corazón y Luz hablamos del pilar central de nuestros retiros (Corazón) aludimos a muchas facetas: conexión Cielo y Tierra, bondad, Unidad, No juicio, amabilidad, portal espiritual, Amor… Pero también Compasión y su vertiente más íntima, Autocompasión. Este ingrediente es básico para afrontar los momentos de crisis o tropiezos personales. En realidad, la autocompasión consiste en reconocer tu sufrimiento, saber que no eres perfecto ni perfecta, que los momentos malos son algo que le sucede a todo el mundo, antes o después, y que tienes la intención de ayudarte, como cuando lo haces con un amigo.
Autocuidado para vivir
Creemos que la supervivencia solo depende del instinto de lucha y huida, pero cuidar y fraternizar también son fundamentales para la vida. «Al nacer, los mamíferos se encuentran en un estado inmaduro, no pueden cuidar de sí mismos y dependen de sus padres, La emoción de cuidar de alguien nos resulta natural porque sin ella nuestra especie no podría sobrevivir. Esto significa que la capacidad de sentir afecto y conexión forma parte de nuestra naturaleza biológica», asegura la psicóloga Kristin Neff en su maravilloso libro Sé amable contigo mismo.
«Cuando nos ofrecemos cariño y comprensión a nosotros mismo de manera constante, también nos sentimos merecedores de cariño y aceptación», continua Neff. Si tú te tratas bien comienzas a ver la vida de otra manera. Equilibras tu discurso sobre ti. Ya no eres un bicho raro, sino un ser humano con sus virtudes y sus defectos que puede ser tan feliz como cualquiera. Y esta estrategia, en los momentos bajos o cuando te acosan esos pensamientos oscuros, es un salvavidas en medio de la tormenta y te permite seguir remando.
Reconocer, equilibrar y aceptar
Por supuesto, no quiere decir que siempre que metas la pata te des una palmadita en la espalda, sino que reconozcas el error y trates de solucionarlo sin pasar por el potro de tortura. Conectar con el Corazón es reconocer que tienes necesidades, que a veces también necesitas que te den un abrazo o que te escuchen, que no eres más que nadie, pero tampoco menos, que mereces llevar una vida digna solo por el hecho de ser un humano con nombre y apellidos, que no te defines por lo que haces y logras, sino por lo que eres.
Así, cuando vuelvas a escuchar a tu crítico interno solo obsérvalo y acéptalo como una parte de ti que ha tratado de cuidarte a su manera, pero piensa que tú eres mucho más. Es cuestión de ampliar la mirada y no solo fijarse siempre en los fallos, los defectos o en los bajones, sino en todo, porque al cabo del día hacemos muchas cosas bien. Es, como decíamos, una cuestión de equilibrio, de amarte con todo el pack, con lo ‘luminoso’ y lo ‘sombrío’, aunque eso no dejan de ser etiquetas de la mente. Ser amable contigo va de eso… y merece mucho la pena.
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